SER Y TIEMPO

Resultado de imagen para tiempo
Está desorientado. No comprende nada de lo que sucede a su alrededor. Mueve sus manos en el aire y las mira detenidamente, perplejo. Succiona, mueve, aprieta, gira, grita, babea. Mira con ojos de asombro las moscas que flotan y hacen ruido por toda la habitación. Mira el elegante caminar de una hilera de hormigas. También lo sorprende el mover de una cortina de flores amarillas en la cocina. Come, ríe de los gestos y las muecas exageradas que hace su madre. Para él todo es presente, todo es un ahora. La gente aparece y desaparece a todo momento. Explora toda la casa en cuatro patas. Cada rincón es desconocido, cada rincón es una aventura, su casa parece un laberinto sin fin. Se balancea de un lado al otro. De a poco le queda más lejos el piso. Imita a los seres cercanos y comienza a caminar sobre dos patas. Juega. Inventa. Se convierte en pirata, se convierte en un soldado, inclusive en un aviador. Todo en el patio trasero de su casa. Juega con otros similares. Juega con su vecina de al lado, aunque no le quiere prestar sus juguetes. Para su mirar todo cambia, todo es devenir. Nada se mantiene. Todo lo que es, deja de serlo. Todo fluye. Todo se destruye para construirse de nuevo y poder destruirse nuevamente. Las cosas se visten con diferentes disfraces. Descubre y redescubre. Aunque poco a poco se limita, va conociendo lo que todos llaman tiempo. Lo interioriza. Su derredor deja de escurrirse, deja de eternizarse. Inicia involuntariamente sus primero pasos en un lugar ajeno y misterioso que lo obliga a usar un uniforme que le da picazón. Tiene que cumplir un horario y le quita minutos de juego. Dicen que está aprendiendo muchas cosas. Ahora mira todo diferente. De a poco y a medida que avanza, su ambiente se homogeniza y pierde algo de brillo. Aquella flor ya no tiene nada de especial, es la misma flor que la de la otra plaza a seis cuadras y la flor que se posa en el cantero de la señora longeva de al lado. Siente sus brazos y piernas más largas, siente calor. Sigue compartiendo su agenda con los compañeros de ese extraño lugar. Su vecina ahora le parece algo más que una compañera de juego. Siente que cosas cambian en su interior. Le crecen pelos en lugares donde antes no tenía. Se siente perdido y confundido. De pronto lo acribillan a preguntas. Debe decidir su futuro. No sabe bien cuáles son sus opciones pero no hay tiempo, tiene que elegir. El reloj marcha sobre él. A veces logra persuadir a sus padres para poder salir con su vecina. Conoce un cine donde pasan películas clásicas, tal vez pueda llevarla allí. Busca un trabajo. No es ideal ni le gusta demasiado, pero es efectivo. También le sirve para salir con Ella, comprarle cosas en ocasiones especiales. Compra una casa no muy vistosa en un barrio que siente mediocre. Cambia de trabajo. Se hunde en la rutina. Se reconoce muy repetitivo. Una pastilla más, otra pastilla más. Y vuelve a trabajar. Dormir cinco horas no parece saludable, su cuerpo le recrimina, pero no importa. Tiene que ir a la oficina y soportar las fechorías de su jefe para conseguir dinero y pagar todas las cuentas. Son muchas. Qué desdicha sería perder la casa. Tiene la responsabilidad de man- tener a su familia que se extiende. Primero un hijo, al tiempo el otro. Cree que fue ayer cuando sus brazos sobraban al sostenerlos. Eran unas masas minúsculas entre sus palmas. Cómo lloró aquellos días. Ahora sus brazos son insuficientes para alzarlos. En escasas oportunidades se puede juntar con sus antiguos amigos y recordar épocas que cada vez se asemejan más lejanas. Su hijo mayor lo sorprende una noche en una cena familiar con la noticia de que va a ser abuelo. Siente que tiene algo que lo supera en la historia. Toda una rama genealógica que se bifurca. Y mejor, porque sus movimientos son cada vez más sutiles, más delicados. Sus ojos le engañan de a poco, ve más nublado. Ya no hay nitidez en las imágenes. Ahora la cama la siente más amplia, hay un hueco del otro lado. Quisiera poder pasar más tiempo con su familia, ya no los puede ver como antes. Se siente solo. Todos están ocupados, todos van y vienen. Todos ajetreados. Envuelto siempre en nostalgia, vive del pasado. Ve a su nieto jugar. Mira con recelo aquel jardín donde se regocija. Mientras, su pelo se cubre de blanco en cada suspiro. Extraña esa inocencia infantil, ahora tiene el mismo tiempo de ocio que de niño, pero su imaginación está disecada. Su alma levemente se llena de piedad. Lentamente el respirar se hace dificultoso. Se deja caer. Sin prisa decide dormirse por un tiempo...


L.S. Markieff.





Comentarios

Entradas populares de este blog

UN CUENTO DE MI ABUELO

LA INQUIETUD