LA INQUIETUD

Resultado de imagen para sombra acecha persona
Hace frío, pero no solamente hace frío, hay una ventisca que colisiona contra su gélido rostro. La calle se encuentra parcialmente desolada, lo suficiente para que los bloques de hormigón le devuelvan el sonido de su calzado golpeando el pavimento. La noche no lo apura. Admira el mural pintado en el alto techo colmado de estrellas, nunca creyó en que haya un «más allá de eso». Nunca creyó en el espacio infinito, siempre tuvo el cínico pensamiento de que el cielo es el final de todo. Que todo lo que vemos desde aquí tiene exactamente el mismo tamaño. Súbitamente algo perturba su divagación, una sensación extraña. No asimila qué, pero lo incita a caminar a un paso más apresurado, como si tratara de escapar de algo; pero... ¿de qué? Este presentimiento parece tener dueño, percibe una extraña figura detrás. Mientras, acelera aún más su marcha. Trata de distinguir su tan temible perpetrador, ¿perpetrador? Sólo puede discernir una silueta amorfa, más bien una sombra que lo acecha, ¿acaso lo acecha? No puede evitar sentirse paranoico. Intenta mantener la calma pero su cuerpo no responde a sus órdenes. Su corazón bombea cada vez mayor cantidad de sangre a las demás partes de su cuerpo, en especial a sus extremidades. Se empieza a sentir agitado. Ve cómo su aliento se transforma en una nube de humo frente a su rostro, ¿hay algo detrás de él? Se siente irracional porque cree que no hay nada pero la razón parece no ser suficiente para conseguir que se dé vuelta y pueda verificar. Cada vez más vulnerable. Parece suponer que incrementar sus zancadas lo aleja de aquello que lo perturba, ya no sabe si corre porque tiene miedo o tiene miedo porque corre. Peor aún, no sabe qué pensar. Quiere argumentar este sentimiento pero ¿argumentar para qué? ¿De qué sirve todo lo que pudo estudiar o leer? En este momento no tiene explicación para nada, quiere que todo este dolor en su interior, este malestar, sea apaciguado, atenuado, adormecido por algún tipo de morfina. Contrariamente a ésto, aumenta, siente que aunque está intentando escapar, «eso» está cada vez más cerca, acechando cada paso que da, pero sigue sin vislumbrar qué. Ya ni recuerda hacia dónde se dirigía, como si ese abominable monstruo le hubiera borrado el sentido de la orientación. Después de aquella inútil evasión decide acabar con todo. Toma valor, se voltea y lo enfrenta. La parálisis es total. Sus músculos no responden, como si estuviesen ateridos, pero no por el frío, que dejó de sentir hace rato. Su corazón apenas late, sus ojos se cristalizan. Ya no tiene sentido nada: sus creencias, su religión, su ideología. Una angustia incesante recorre cada fracción de su ser. Ni siquiera cree tener la capacidad cognitiva para imaginar tal engendro. Lo que tiene delante suyo es algo inconcebible, aterrador...









Nada.





L.S. Markieff.


Comentarios

Entradas populares de este blog

UN CUENTO DE MI ABUELO

SER Y TIEMPO